lunes, 1 de octubre de 2012

UNA CUESTIÓN DE LEALTAD



A veces la lucha nos agota, nos desespera, y en esa desesperación algunos intentan engañarse pensando que ahí fuera con alguien del mundo, encontraran la plenitud, la satisfacción absoluta y cierta felicidad por compartir algunos momentos de atracción, por conseguir ser deseado y necesitado por alguien, alguien que jamás amará lo que él ya ama, que jamás caminará a su lado ni será el apoyo que necesita para llegar al final de su vida digna de recibir la ansiada recompensa prometida.
Traicionar sus principios, sería como prostituir su corazón, despojar su alma de toda lealtad y de todo aquello que le hace valioso.
Nadie dijo que el camino sería fácil, y lo más probable es que tengamos que postergar muchas ilusiones y aceptar el hecho de que no las veremos cumplidas en este sistema.
Tendremos que sacrificar muchos deseos, y arrancarnos el corazón a veces, pero merecerá la pena el esfuerzo por seguir conservando nuestra identidad, identidad que nos define y nos vincula con aquel a quien representamos.
La felicidad no depende de a quien tengamos a nuestro lado, ni depende de las circunstancias, ya que es más bien una disposición de la mente, el resultado de tener una conciencia tranquila, y de estar satisfechos y orgullosos del recuerdo y del ejemplo que dejaremos en la mente de aquellos que un día hablarán de nosotros en nuestra ausencia.

Samuel G.M.

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