AMAR
A LOS HIJOS
El hecho de que los padres ante pusieran la felicidad
de ellos a la suya propia, demostraría verdadero amor.
Y eso es tan fácil de hacer como preguntándole a
nuestro hijo o hija que necesita para ser feliz, y mientras no viole o
contradiga ningún principio bíblico esforzarnos por cubrir esas necesidades. En
el tema de la amistad, concederle esa oportunidad de estar con sus amigos
cuantas veces ellos lo necesiten, dejándoles compartir sentimientos como
hermanos, para que de esa forma puedan estrecharse los lazos que unen a los
verdaderos amigos, y se intensifique el cariño fraternal que nos debería unir a
todos.( 1 Pedro 3:8, Finalmente, todos ustedes sean de un mismo ánimo y
parecer, compartiendo sentimientos como compañeros, teniendo cariño fraternal)
Los hijos necesitan que sus padres le den un voto de
confianza, que les concedan el beneficio de la duda, y que crean en ellos,
concediéndoles un espacio para su intimidad, respetando su persona, y
respetando su dignidad en hechos tan esenciales y básicos como no leer sus
cartas o no escuchar sus conversaciones privadas de una forma continuada,
mientras no haya algún indicio de que está en algún peligro.
Los padres deberían intentar ganarse esa complicidad
e intimidad con sus hijos, y no imponérselas como un derecho que tienen sobre ellos,
porque lo único que conseguirán es que estén deseando perderlos de vista para poder
no ser controlados y observados todo el tiempo, por sentirse tratados como si
fueran un preso peligroso al que hay que tener vigilado para que obedezca y no
haga daño a nadie o a ellos mismos.
Cuando la biblia dice que los padres son
responsables de sus hijos, no se refería a que
tendrían que tener totalmente controlados a sus hijos, más bien a que
son responsables de darles el mejor ejemplo posible y la mejor guía posible,
para que ellos mismos puedan tomar decisiones sabias y beneficiosas, pero en
ningún caso tendrían los padres el derecho moral de privarles de su libertad y
del libre albedrio que a todos nos ha sido concedido dentro de unos límites, y
por los cuales todos individualmente seremos responsables del uso que le demos
ante Jehová.( Eclesiastés 7:7. Porque la mera opresión puede hacer que un sabio
se porte como loco)
Es triste ver como hay padres que asfixian a sus
hijos intentando controlar cada aspecto de sus relaciones con los demás y cada aspecto de su vida,
haciéndoles perder la confianza en ellos mismos y haciendo que se sientan humillados cada vez que tienen que suplicar
por sus derechos más básicos. (Efesios 6:4. Y ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino
sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová.)
Ahora es el tiempo para que los hijos aprendan a
diferenciar una amistad verdadera de la que no lo es, un cariño bien
intencionado de amigo del que no lo es, a las buenas personas de las que solo
parecen serlo, y eso no lo aprenderán nunca si están controlados excesivamente
por sus padres, si no pueden tomar sus propias decisiones dentro de unos límites,
si no pueden pasar tiempo a solas con sus amigos, si no sienten que confían en
ellos.
Si queremos que nuestros hijos sean felices, dejemos
que aprendan por ellos mismos en cierta medida de sus logros y fracasos, y no
estemos constantemente reprimiendo o ahogando su libertad quizás por algunos
errores que hayan cometido.
Samuel G.M.
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