lunes, 1 de octubre de 2012

AMAR A LOS HIJOS


AMAR A LOS HIJOS


El hecho de que los padres ante pusieran la felicidad de ellos a la suya propia, demostraría verdadero amor.
Y eso es tan fácil de hacer como preguntándole a nuestro hijo o hija que necesita para ser feliz, y mientras no viole o contradiga ningún principio bíblico esforzarnos por cubrir esas necesidades. En el tema de la amistad, concederle esa oportunidad de estar con sus amigos cuantas veces ellos lo necesiten, dejándoles compartir sentimientos como hermanos, para que de esa forma puedan estrecharse los lazos que unen a los verdaderos amigos, y se intensifique el cariño fraternal que nos debería unir a todos.( 1 Pedro 3:8, Finalmente, todos ustedes sean de un mismo ánimo y parecer, compartiendo sentimientos como compañeros, teniendo cariño fraternal)

Los hijos necesitan que sus padres le den un voto de confianza, que les concedan el beneficio de la duda, y que crean en ellos, concediéndoles un espacio para su intimidad, respetando su persona, y respetando su dignidad en hechos tan esenciales y básicos como no leer sus cartas o no escuchar sus conversaciones privadas de una forma continuada, mientras no haya algún indicio de que está en algún peligro.

Los padres deberían intentar ganarse esa complicidad e intimidad con sus hijos, y no imponérselas como un derecho que tienen sobre ellos, porque lo único que conseguirán  es que  estén deseando perderlos de vista para poder no ser controlados y observados todo el tiempo, por sentirse tratados como si fueran un preso peligroso al que hay que tener vigilado para que obedezca y no haga daño a nadie o a ellos mismos.

Cuando la biblia dice que los padres son responsables de sus hijos, no se refería a que  tendrían que tener totalmente controlados a sus hijos, más bien a que son responsables de darles el mejor ejemplo posible y la mejor guía posible, para que ellos mismos puedan tomar decisiones sabias y beneficiosas, pero en ningún caso tendrían los padres el derecho moral de privarles de su libertad y del libre albedrio que a todos nos ha sido concedido dentro de unos límites, y por los cuales todos individualmente seremos responsables del uso que le demos ante Jehová.( Eclesiastés 7:7.  Porque la mera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco)

Es triste ver como hay padres que asfixian a sus hijos intentando controlar cada aspecto de sus relaciones con  los demás y cada aspecto de su vida, haciéndoles perder la confianza en ellos mismos y haciendo que se sientan  humillados cada vez que tienen que suplicar por sus derechos más básicos. (Efesios 6:4. Y ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová.)



Ahora es el tiempo para que los hijos aprendan a diferenciar una amistad verdadera de la que no lo es, un cariño bien intencionado de amigo del que no lo es, a las buenas personas de las que solo parecen serlo, y eso no lo aprenderán nunca si están controlados excesivamente por sus padres, si no pueden tomar sus propias decisiones dentro de unos límites, si no pueden pasar tiempo a solas con sus amigos, si no sienten que confían en ellos.

Si queremos que nuestros hijos sean felices, dejemos que aprendan por ellos mismos en cierta medida de sus logros y fracasos, y no estemos constantemente reprimiendo o ahogando su libertad quizás por algunos errores que hayan cometido. 

Samuel G.M.

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