LA FELICIDAD
En
el tema marital, quizás empecemos a preguntarnos como seria nuestra
vida por ejemplo si abandonáramos a nuestro cónyuge por quitarnos la duda de si
habría alguien mejor con el que podríamos ser aun más felices.
A
veces sentimos que hemos sido obligado a veces por las circunstancias a casarnos
o a tener y criar a nuestros hijos, pero si profundizamos un poco más en
nuestro corazón, reconoceremos que lo hicimos por amor, por autentico amor a la
familia que queríamos construir.
Cuesta
años formar una familia y estrechar los lazos de amor, confianza y respeto
entre cónyuges e hijos, y sin embargo basta solo con unos instantes de
satisfacción carnal y emocional para
traicionar todos nuestros principios, y acabar con la admiración y el respeto
que nos procesan ambos, y tristemente esas son de las cosas que rara vez
consiguen recuperarse después de haberse perdido.
Podríamos
llenar millones de hojas con los nombres de las mujeres y hombres que después
de ir tras esa supuesta felicidad y realización personal, estuvieron dispuestos
tiempo después a darlo todo por a tener aquello que abandonaron, por volver a
sentir de nuevo el abrazo cálido del verdadero amor, ese amor basado en la
confianza, la entrega y el cariño.
Podríamos
llenar miles de mares con las lágrimas de aquellos que no supieron valorar y
apreciar lo que tenían, ahogados en esas aguas sin haber conseguido volver
jamás a alcanzar la orilla.
Y
sin embargo siempre habrá alguien que crea que es más listo que todos aquellos
que fracasaron antes que él, y que piense que no le afectará en absoluto las
consecuencias del daño que va a infringir a aquellos a los que prometió una vez
amar siempre.
Pero
eso, no es más que una falsa ilusión que envenena nuestra mente, el pensar que
seremos tan felices después que ya no nos invadirá la tristeza, y que nuestra
conciencia ya no nos molestará más pasado un tiempo.
La
realidad es que al igual que jamás podremos escapar de la felicidad que nos
produce el recuerdo de nuestro primer beso de amor, jamás podremos escapar de
la tristeza que nos producirá siempre el recordar nuestro primer beso de
traición.
Así
que como dice Paulo Coehlo, dejemos de comportarnos como adolescentes tardíos,
y aceptemos la etapa de nuestra vida en la que estamos viviendo, y vivamos lo
único que es real, el presente, porque el pasado solo es un recuerdo en nuestra
mente, y el futuro es demasiado incierto como para cifrar nuestra confianza en
posibles ilusiones que cumplir.
Seamos
felices ahora con lo que tenemos, y dejemos de vivir esos sueños por tener ese
supuesto verdadero amor que no conocemos, algo tan irreal como los cuentos que
nos leían de pequeño, y de los que aun se alimentan la mayoría de nuestras
falsas ilusiones.
Intentar
conseguir ser felices por medios egoístas, haciendo daño a nuestro amigos,
familia, cónyuge e hijos, no es posible, porque va en contra de nuestra propia
naturaleza, pero si lo hacemos hemos de saber que nuestra vida jamás volverá a
ser la misma, jamás podremos volver a lo que teníamos antes, y es muy probable
que llegue el día que nos sintamos tan vacíos y fracasados, que al mirarnos en
un espejo, no reconozcamos ni si quiera a quien se refleja en el.
Samuel G.M.
Sencillamente cierto... exelente reflexión!
ResponderEliminar